El tratamiento del bruxismo mediante neuromoduladores se basa en la aplicación de toxina botulínica directamente en los músculos maseteros. Esta técnica busca disminuir la tensión y la actividad excesiva de dichos músculos, responsables de la presión que se ejerce de forma continua al apretar o rechinar los dientes.
Al lograr su relajación, no solo se alivia la sobrecarga funcional, sino que también se contribuye a reducir molestias asociadas como dolor mandibular, cefaleas o desgaste dental.
Asimismo, la disminución progresiva del volumen de los maseteros genera un efecto estético adicional, ofreciendo un contorno facial más equilibrado y armónico. Se trata de un procedimiento seguro, mínimamente invasivo y con resultados visibles en pocas semanas.
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